Cuando nací, ¡qué triunfo!, entendí que había sido capaz de ganar a cien millones de hombres rana en celular. Y había nivel, y trampas. El segundo quería estudiar alemán, pero volcó en las caderas de mamá. Hoy voy a decirlo: ¡cómo (os) amo! Y tú ya no puedes hacerme daño. Soy un ser divino, ven a adorarme. ¡Qué buena suerte amar(os) tanto!