Tan niños, tan locos, tan libres como una canción.

¡Enhorabuena! Me siento bien.



Sonaría a mentira, asique mentiré para que suene a verdad lo que salga de mis dedos. Surrealismo puro, amigo. Surrealismo ¿mágico? Ven, que te voy a contar un cuento. Ven, voy a hacerte volar. Déjame tocarte el pelo, sonríe y vuelve a mirarme en la penumbra de la noche, iluminada por las farolas de ''Estrella''. ¿Aire? No lo necesitamos, no respiramos. A oscuras en un salón se puede llegar a entender aquéllo que de día es deslumbrado por la luz. No entiendes lo que te quiero decir, ¿verdad? No hace falta, no entiendas. Hay cosas que por mucho que se expliquen nunca llegaremos a comprender. Com-pasión por el negro, por una, dos o cuarenta canciones sonando aleatóriamente, o por unas manos que temen que se rompa el cristal que sostienen. Cuidado, que me quemo. Cuidado. Cuídame aunque no te lo pida. Vamos a bailar entre las sábanas y a olvidar que somos esclavos del reloj. Un ratito solo, porfi. Y el ratito son 5 horas. ¿Qué? No me cantes que puedo estallar. O vale, cántame pero sin voz. Ponle banda sonora al surrealismo, campeón. Sonríeme y quédate en mis ojos. ¡Qué cosa tan bonita! Duérmete, o despiértate. Me voy a comer tus miedos, tus prejuicios, tus buenas noches y tus besos. Que si vienes parezca que te evaporas, y si regresas sienta que nunca te has ido. ¡Oye! ¿No has pensado nunca qué ocurriría si se te desatase el ombligo? No lo mires, por si acaso. No lo beses, que la liamos. Convierte en rutina eso de no poder decir que no. No hay error posible que no se pueda desintegrar de un soplido. Venga... vuelve a abrazarme  tan, TAN fuerte que allí mismo explote de alegría. Luego regálame la ciudad desde una ventanilla, que mientras tanto yo iré pensado que soy la chica más afortunada del mundo por no tener nada y tenerlo todo, te lo prometo, (pero ésto nunca lo diré en voz alta, asique léelo susurrando)... y por último, para empezar, sigue besándome la espalda, las manos, los besos, los ojos... las ganas.