¿Y si el ruïdo es todo lo que sé?








"Ruïdo. Estoy absorta en este folio en blanco y entre todo el ruïdo, el sonido de una risa me ha devuelto a la realidad. Levanto la cabeza y reparo en que no estoy en el mismo bar que frecuento, en que no estoy donde quisiera estar. Una chica se está comiendo un pincho de tortilla, y el alboroto que tenían los del grupo de la mesa del fondo ya no está, porque ya no hay grupo, y parece que tampoco fondo en la cafetería de la Universidad. En su lugar solo se escucha el café, y el silencio se me vuelve mucho más ensordecedor. Una risa. Cierro los ojos y por un momento escucho lo que piensa y no dice, las letras que dice y no siente, el afán por dignificar el uso de la palabra que él mismo deshidrata. Juro que se ha reído, una sola carcajada, pero se ha reído. Lo he buscado con la mirada, pero no está. No está, y de pronto me doy cuenta. Más de un calendario desde aquel encuentro en el que dos desconocidos que se desconocían jugaron a conocerse sin imaginar siquiera que aquello no era sino una humanización de la realidad en la que uno solo podría salir victorioso: en el que uno quiso, y el otro (no) quiso querer. Más de un calendario desde aquél encuentro que me hizo saltar al vacío sin recordar siquiera que lo mío no eran las alturas, que si no tenía por costumbre mirar hacia arriba tal vez fuera por el vértigo que me produce imaginar la caída. Una sola carcajada. Y no está, y de pronto me doy cuenta: nunca ha estado. Esa risa no es más que la reminiscencia de la primera imagen que tengo de él. Y de golpe lo entiendo todo. Lo entiendo todo e intento no respirar, por si me ahogo. He creído en una boca que acota, que agota, que explota. Que corta. Que muerde y no entiende que aunque frecuente el olvido, no puedo borrarle de frente, del presente que no existe si no es en aquellas, las dos noches peor dormidas, a las que vuelvo y no entiendo, a las que vuelvo y me aferro, a las que vuelvo... e invierno. He cimentado una mentira sobre la base de una única verdad, y es que nunca llegué a conocer más que un nombre de seis letras y unas manos que tenían la capacidad de desgarrar terriblemente suave. 


Te invento."