Mismas esferas. Horas distintas.









Quiéreme.
Manifiéstate de súbito.
Choquémonos como por arte mágico en el Bukowski un miércoles.
Pidámonos disculpas. Sonriámonos.
Caigámonos simpáticos.
Preguntémonos cosas.
Invitémonos a bebidas alcohólicas.
Dejémonos llevar más reloj. Déjame que despliegue mi táctica.
Escúchame decir cosas estúpidas y ríete, 
sorpréndete valorándome como oferta sólida.
Y a partir de ahí, quiéreme.



Acompáñame a mi triste habitáculo, 
Relajémonos y pongamos música.
De pronto, abalancémonos como bestias indómitas:
mordámonos, toquémonos, gritémonos,
permitámonos que todo sea válido
y sin parar follémonos. Follémonos hasta quedar afónicos,
follémonos hasta quedar escuálidos.
Y al otro día... quiéreme [...]










Quiéreme, Daniel Orviz.