Las primeras gotas de lluvia son las más peligrosas.




Sopla el viento y yo me dejo llevar. El silencio de mi habitación es ensordecedormente oscuro, y el olor a tierra mojada me advierte de que las primeras gotas de lluvia son las más peligrosas. Soy de viento... Una canción, dos, cuarenta y cinco. Dos ojos no serán suficientes, no querría dejar de mirarte. Dos manos se me hacen pocas. Los latidos de un maltrecho corazoncito que ansía salirse de la caja torácica que alguien le procuró como protección, y mi oxígeno en otras retinas. Equipaje listo.
Me olvido de las horas que he malgastado por sentirme vacía, y me lleno al recordar que alguna vez mis latidos no solo fueron míos. Recuerdos... Recuerdos que te hacen recordar. Presionan tus arterias, van en tu sangre. Mejunje incomprensible de algo que se desintegra entre las teclas del ordenador. 
Voy de una imagen a otra. Doy pequeños saltos e intento no zozobrar. Nunca cerré la puerta... pesa demasiado para que alguien tan inútil como yo pueda hacerlo solo. Voy de una imagen a otra. Salto, salto y salto más grande. Más grande... cada vez más pequeño hasta que de pronto me estrello. Autodestrucción es en lo que me empeño. ¿Por qué me hago esto? ¿Por qué tengo los labios tan salados? Joder, ya están llovíendome los ojos de nuevo.