Se ha desbocao la primavera, la noche entera



Ella es un balcón que pega directamente con la arena, un balcón con vistas a cualquier orilla, un trampolín para coger impulso y saltar y entrar de lleno en el mar, que son sus ojos. Un corazón recubierto de espinas que clama, en un silencio estruendoso, la sinceridad de un abrazo. Ella, que dio vida a cada espiga que alfombra la Mancha, que creó la necesidad en cada una de ellas de moverse al ritmo de las ondas de una risa. Tan intensa, tan inmensa, que se me han confesado muertas en vida desde que ella no las mira. 

Ella, un río desbocado, un tornado sin retorno cada vez que se suelta el pelo y se desboca, boca a boca, en la suya propia cuando nadie más la mira. Ella, que pudiendo escoger mil caminos, decidió quedarse en el mío una vez que me encontró. "Quédate. Un rato. Un par de días, tres semanas, cuatro meses, cinco años. Seis vidas". Aquí, en cualquier parte del mundo. En cualquier mundo.

Ella, que deslumbra al sol y de noche todas las farolas la envidian por guapa. Por la autenticidad que desprende, por la fuerza que irradia.

Ella, que no es perfecta, pero es real y exacta.