Confesiones de agosto.




Puedes estar bien seguro de que no había nada que más me apeteciera en esa noche que sentarme a tu lado a ver como salía el sol. Puedes estar seguro de que nada me apetecía más que besarte allí mismo, acompañados de nadie y del viento de poniente. Pero también puedes estar bien seguro de que nunca te juraré que eso es cierto, porque a penas soy un granito más en tu reloj de arena y sinceramente... paso de intentar arrancarte algo más que una sonrisa, aunque me muera de ganas por ello.